Entrevista a Guillermo Fadanelli por
Alida Piñón.
El Universal. 18 de febrero de 2017.
El escritor Guillermo Fadanelli acaba de
publicar su nueva novela AL FINAL DEL PERIFÉRICO en la que aborda su
adolescencia al lado de sus amigos. Es, de acuerdo al propio autor, un libro
sobre la memoria y la literatura, en el que ha buscado compartir sus recuerdos
y vivencias ocurridas durante los años 70.
Sin embargo, advierte que la biografía es
un mito porque la memoria es más un pasado emocional que preciso. Es una obra
sobre un México inexistente, sobre un país que soñaba con el progreso y comenzó
a poblar y a conquistar territorio desconocido en lo que entonces era la orilla
de la gran urbe. Allá donde había vacas ordeñables y niños que exploraban su
sexualidad y se entregan a sus instintos más primitivos, o as sus deseos más
oscuros como matar a sus padres.
La portada del libro es una vieja
fotografía del archivo de Guillermo Fadanelli, tomada por él mismo. En la
imagen aparece su hermana posando al lado de una bicicleta Venecia. Su sombra y
su hermana aparecen en el final del Periférico, con Cuemanco de fondo. Una
imagen que captura un tiempo perdido, ahora recuperado literariamente en esta
novela editada por Random House.
¿La
novela inicia con un adolescente que amenaza con una arma al compañero de clase
por tener encerrada a su hermana. No disparará. Hoy, vemos a adolescentes que
sí lo hacen. El mundo cambió. ¿Hoy es distinta la violencia?
GF: La novela se ubica en lo que en ese
entonces era residencial Coapa, en una época en la que comenzaron las prótesis
de las ciudades. La idea de los paraísos y de la marginalidad. Todos esos niños
iban a buenos colegios y estaban condenados a ser felices, a tener una vida de
éxito. Pero se confabulan para matar a sus padres. Es una metáfora, es disparar
contra la felicidad y contra la seguridad, contra la posibilidad de tener todo
resuelto. Ciudad Satélite, Residencial Coapa y lugares así, representaban la
vida americana dentro de la Ciudad de México en los años 70, eran los suburbios.
Y el suburbio es un terreno de ambigüedad, perteneces y no, te has separado del
núcleo y sin embargo vives del núcleo. Estos niños bárbaros, primitivos, por
más buena educación que tuvieran, se les ocurre como a cualquier adolescente, deshacerse
de sus padres. Es la narración de una época en la que todo puede suceder. La
imaginación comienza a tomar camino. No había un odio colectivo hacia los
padres, eso es una farsa literaria, pero sí había una animadversión contra la
idea del éxito, hay una parábola contra la idea del éxito. Las familias son
nidos de conflicto, de sufrimiento y de rencor. Pese a que tengo una familia
perfectamente desordenada, en ese entonces se cultivaba a los propios verdugos
en el seno de su casa. No he puesto tanta atención en las armas sino en una
especie de comunidad sombría, alejada en el fin del periférico, que
representaba los ideales marchitos de una sociedad que quería progresar. Arriba
y adelante era un lema de Luis Echeverría, hoy podemos constatar que fue abajo
y atrás, desde entonces.
Era una zona en la que no había casi
nada. Alejada y desolada.
Mis amigos y yo íbamos a ordeñar unas
vacas. Era un desierto. No he vuelto a esa zona, nunca. No lo he hecho porque
mis padres murieron y soy un hombre cobarde por naturaleza, no vuelvo a la casa
que hoy es una tumba. Los recuerdos me destrozarían...
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