MÁS ENTREVISTAS CON GUILLERMO FADANELLI



SOY UN PESIMISTA Y CREO QUE NO HAY REDENCIÓN.
Entrevista a Guillermo Fadanelli por Alida Piñón.
El Universal. 18 de febrero de 2017.

El escritor Guillermo Fadanelli acaba de publicar su nueva novela AL FINAL DEL PERIFÉRICO en la que aborda su adolescencia al lado de sus amigos. Es, de acuerdo al propio autor, un libro sobre la memoria y la literatura, en el que ha buscado compartir sus recuerdos y vivencias ocurridas durante los años 70.

Sin embargo, advierte que la biografía es un mito porque la memoria es más un pasado emocional que preciso. Es una obra sobre un México inexistente, sobre un país que soñaba con el progreso y comenzó a poblar y a conquistar territorio desconocido en lo que entonces era la orilla de la gran urbe. Allá donde había vacas ordeñables y niños que exploraban su sexualidad y se entregan a sus instintos más primitivos, o as sus deseos más oscuros como matar a sus padres.

La portada del libro es una vieja fotografía del archivo de Guillermo Fadanelli, tomada por él mismo. En la imagen aparece su hermana posando al lado de una bicicleta Venecia. Su sombra y su hermana aparecen en el final del Periférico, con Cuemanco de fondo. Una imagen que captura un tiempo perdido, ahora recuperado literariamente en esta novela editada por Random House.

¿La novela inicia con un adolescente que amenaza con una arma al compañero de clase por tener encerrada a su hermana. No disparará. Hoy, vemos a adolescentes que sí lo hacen. El mundo cambió. ¿Hoy es distinta la violencia?

GF: La novela se ubica en lo que en ese entonces era residencial Coapa, en una época en la que comenzaron las prótesis de las ciudades. La idea de los paraísos y de la marginalidad. Todos esos niños iban a buenos colegios y estaban condenados a ser felices, a tener una vida de éxito. Pero se confabulan para matar a sus padres. Es una metáfora, es disparar contra la felicidad y contra la seguridad, contra la posibilidad de tener todo resuelto. Ciudad Satélite, Residencial Coapa y lugares así, representaban la vida americana dentro de la Ciudad de México en los años 70, eran los suburbios. Y el suburbio es un terreno de ambigüedad, perteneces y no, te has separado del núcleo y sin embargo vives del núcleo. Estos niños bárbaros, primitivos, por más buena educación que tuvieran, se les ocurre como a cualquier adolescente, deshacerse de sus padres. Es la narración de una época en la que todo puede suceder. La imaginación comienza a tomar camino. No había un odio colectivo hacia los padres, eso es una farsa literaria, pero sí había una animadversión contra la idea del éxito, hay una parábola contra la idea del éxito. Las familias son nidos de conflicto, de sufrimiento y de rencor. Pese a que tengo una familia perfectamente desordenada, en ese entonces se cultivaba a los propios verdugos en el seno de su casa. No he puesto tanta atención en las armas sino en una especie de comunidad sombría, alejada en el fin del periférico, que representaba los ideales marchitos de una sociedad que quería progresar. Arriba y adelante era un lema de Luis Echeverría, hoy podemos constatar que fue abajo y atrás, desde entonces.

Era una zona en la que no había casi nada. Alejada y desolada.

Mis amigos y yo íbamos a ordeñar unas vacas. Era un desierto. No he vuelto a esa zona, nunca. No lo he hecho porque mis padres murieron y soy un hombre cobarde por naturaleza, no vuelvo a la casa que hoy es una tumba. Los recuerdos me destrozarían...

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ENTREVISTA POR REVISTA DARE-ALEMANIA

EN BUSCA DE UN INFIERNO HABITABLE

Por Frank Steihofer (Spiegel, Süddeutsche). 2 de enero de 2017.

Guillermo Fadanelli es uno de los escritores contemporáneos más importantes de México. Calca en su prosa la soledad y la resistencia humana al organismo caprichoso: la megaciudad. Una conversación sobre el amor y la vida en el monstruo de la Ciudad de México.

DARE: En Europa las preguntas grandes son preguntas de bienestar individual, de sentirse bien. Aquí, en la Ciudad de México, es una cuestión de supervivencia. ¿De verdad?

GF:La Ciudad de México no es en realidad una ciudad. Es un territorio ocupado por diversas corrientes y fantasmas históricos, sociales e individuales. También es un orfanato público. Quienes la habitamos somos una especie de huérfanos de las instituciones sociales las cuales en su mayoría están lastimadas por la corrupción y la ineficacia.

En consecuencia cada quien construye un mito acerca de la ciudad y así recorre la calle o el espacio público sin protección real o civil – la policía no es confiable. La malicia personal, la intuición, el temperamento, o la buena suerte nos ayudan a sobrevivir.


En alemán:
DIE HÖLLE IST BEWOHNBAR


                                                



 
Provocador y destroyer. Discusión con Guillermo Fadanelli.
Por Héctor Iván González. Diciembre, 2016.

Héctor Iván González: Gracias por aceptar esta discusión, estimado Guillermo. Quisiera empezar con una pregunta, en apariencia muy simple: ¿Por qué escribes?
Gillermo Fadanelli: Es una pregunta imposible de responder, de hecho su respuesta tendría que hallarse en la acción misma de la escritura; pero te digo lo primero que me viene a la mente: “Escribo para continuar la primera frase”. O también: “Escribo porque deseo aprender a maldecir”. Me parece una causa digna, ya que para ser un hombre bueno bastan las acciones. Y además no sé maldecir como se debe. Mi madre sabía hacerlo muy bien: “Ojalá las ratas me hubieran comido el vientre cuando dormías allí dentro”, algo así decía. Recuerdo sus palabras y la envidio. Yo no me he acercado siquiera a la pureza de sus anatemas. Yo sólo sé… fingir. 
HIG: Cuando uno te lee, cuesta trabajo distinguir entre tu voz y la del narrador, desde las teorías narrativas uno da por hecho que no son la misma cosa. Tu narrador se caracteriza por introducir algunos monólogos, algunas percepciones, ciertas impresiones a manera de ensayos; incluso en Lodo tu personaje, Benito Torrentera, sugiere que hay una gran similitud, una gran proximidad, entre la novela y el ensayo. Sin embargo, ¿cómo te sientes con la voz narrativa que adoptas? ¿Cómo la concibes?
GF: No me planteo esa diferencia. Creo que en mis relatos de ficción hay sólo una voz y ésta es la suma de todos las personas que viven dentro de un escritor y que sólo pueden ser sospechadas a través de la lectura. Tal voz es discordante, heterogénea y cambiante, mas si es honrada prevalecerá, porque ha sido creada por un impulso irracional y una necesidad que no requiere explicarse, sino ordenarse a sí misma y extenderse. Yo no utilizo las novelas para disfrazar ensayos, pero no me importa que ambos géneros se confundan o entrelacen en una obra. Si hacemos caso a la distinción que planteas yo diría, entonces, que la voz del narrador es la que se impone al autor por la razón de que la ficción literaria es lenguaje escrito, registrado y sólo interpretado por quien lee la obra. La voz del autor, si lograra aislarse, carecería de importancia literaria, pues dejaría de ser una mentira. En Humano, demasiado humano, Nietzsche dice que el individuo no es unidad, sino escenario y aventura; y quien lo interpreta se convierte en un viajero. Si intercambiamos la palabra individuo por literatura entonces tenemos una pista. 




La revista A CONTRACORRIENTE, una revista de historia social y literatura de América Latina, publica la entrevista realizada a Guillermo Fadanelli por Emily Hind, University of Florida.

OTOÑO, 2016.
Aquí se puede leer la entrevista completa:


Inicio y fragmentos de la entrevista:

A pesar de los cinco libros de ensayos, unas seis colecciones de cuentos y las diez novelas, con
la undécima a punto de salir, y no obstante haberse quedado como finalista para el Premio Rómulo
Gallegos por Lodo (2002) y haber merecido el Premio Grijalbo para Mis mujeres muertas
(2012), Guillermo Fadanelli no atrae la atención de la crítica anglosajona. La base de datos de
MLA registra sólo diez artículos sobre su obra. La siguiente conversación contribuye tal vez la
primera entrevista académica con esta figura reconocida en las letras hispanas.
Emily Hind: Me intimida hacer esta entrevista porque oigo los chismes que circulan
en el mundo literario acerca de tus gustos por la cocaína y el alcohol.
Guillermo Fadanelli: N’ombre. No hago demasiada vida social con otros escritores.
Hay en esto de mi persona un poco de mito, debido probablemente a que no estoy
muy presente. Trato de mantenerme apartado. No me agradan las multitudes y
tampoco las reuniones de supuestos colegas, aunque no creo tener enemigos en el
medio de la literatura. Soy bastante tranquilo. No te preocupes, querida Emily.

EH: ¿Cuál es la relación entre droga y literatura?
Hind 307
GF: Bueno. Yo creo que es una relación tangencial. No es conveniente mezclar la
vida personal con la literaria. Tampoco soy un cronista de mis vicios, mas, eso sí, me
gustaría hacerme de más vicios. Y aunque en realidad poseo pocos creo que éstos
deben de ser bien cultivados, alimentados y bien tratados para que se conviertan en
virtudes. No sé si haya alguna dirección moralista en lo que acabo de decirte, pero
creo que un vicio bien tratado, aunque parezca mentira, es un vicio equilibrado y
equivale a una virtud. Existen tantos mitos al respecto de la relación entre drogas y
literatura y entre ellos se encuentra el mito del escritor que acude a las drogas o al
alcohol para escribir. Sirve la mesa con el fin de que sus vicios, los placeres
mundanos, el hedonismo, etc.…convivan y den vida a los personajes de su obra. Yo
intento no mezclar ambos mundos. Y además no me parece que el hecho de ser un
escritor alcohólico o drogadicto posea un valor por sí mismo. Me interesa un escritor
si escribe obras que me conmueven. Si además es un párroco de pueblo, o un
alcohólico ello es sólo una añadidura, una anécdota. En mi caso la relación entre
drogas y literatura no se ha presentado como un dilema importante. Lo que da
sustancia a mi escritura es el desasosiego, la necesidad de vivir e imaginarme otra
realidad. Hoy prefiero la soledad continua e íntima a la soledad demasiado ruidosa de
las noches largas.
      Hace veinticinco años fundé con un grupo de personas una revista
underground. Se llamaba Moho y los autores no firmaban sus escritos. Se trataba de una
revista en teoría sin autores, dadaísta, plagada de tintes oníricos y autobiográficos,
urbana en esencia, y digamos apasionada y juvenil: el cuerpo como campo de batalla,
el sexo, las drogas, las noches eternas, la autodestrucción—como si lleváramos a la
realidad las palabras de Pessoa, “Para comprender me destruí”. La comprensión vía la
autodestrucción. Tales impulsos se hallaban presentes en aquella revista que iniciamos
hace muchísimos años y que se tornó un punto de encuentro entre escritores, artistas
y personas comunes y corrientes. Sin embargo, mi vida como escritor, es más bien la
vida de un escritor solitario. Nunca asistí a un taller literario, pero no rehuyo a las
charlas sobre literatura. Cuando tengo que aparecer en público prefiero la
conversación a la conferencia. En fin, creo que el alcohol o la cocaína pueden
considerarse buenas formas de afectar la vida, aunque no la escritura, a pesar de que el
alcohol, por ejemplo, puede hacerte más sensible respecto a los estados del alma, al
temperamento espiritual, al conocimiento del ser humano y de su esencia, en caso de
que exista una esencia del ser humano, lo cual dudo. La literatura es un camino
distinto de la autodestrucción. [Se ríe.]
EH: Me parece curioso que durante las últimas décadas las leyes de prohibición
alrededor de las drogas continúen más o menos intactas, mientras que las prácticas
alrededor de la censura cambiaron.
GF: Sí, cuando menciono el tema de las drogas cito a Teofrasto Paracelso. Él
consideraba que el veneno era sólo la dosis. Yo creo que el término universal o
abstracto de drogas es mucho más inmoral que eficaz a la hora de describir ciertas
sustancias estimulantes. He escrito en apoyo a la legalización de las “drogas”, y
principalmente acerca del respeto que debemos mostrar por la decisión de todo
individuo a consumir cualquier sustancia mientras él no cause daño a los otros y
mientras no perturbe a la comunidad. Me parece importante conocer y reflexionar al
respecto de las sustancias que uno consume y estar conscientes de la relación íntima y
personal que uno establece con cada sustancia prohibida por el Estado. En el fondo
del asunto se encuentra la ausencia de respeto a la libertad individual y a los derechos
que el hombre tiene para ejercer sus capacidades lúdicas de la manera que desee. Y si
tuviera yo que dar una definición abstracta de literatura, diría que la literatura prolonga
el sentido de la libertad. Un escritor que es esencialmente libre a la hora de imaginar y
construir sus historias, tiene en consecuencia que oponerse totalmente al hecho de
que otros decidan acerca de aspectos tan íntimos en su vida como el consumir una
droga o beber un determinado licor. No estoy de acuerdo con la prohibición de las
drogas. Mas creo que es deseable una mejor educación pública y la existencia de
instituciones que regulen a los monopolios y verifiquen la calidad en el mercado de las
sustancias ahora prohibidas. El problema no son las drogas. El problema es la
patanería, la ausencia de diálogo, el salvajismo, el primitivismo civil y la imposición de
los prejuicios ignorantes. Los estados alterados me interesan como estímulos al
conocimiento y como horizonte de la curiosidad. Y a veces también como un camino
hacia el olvido, no de los otros sino de uno mismo. El habitar un letargo, el hacerse a
un lado y habitar en la periferia de lo que es considerado importante, de lo histórico,
de lo literario incluso.
***
EH: Yo también me río mucho [al leer] El día que la vea la voy a matar. Eres un escritor
muy humorístico. Al leer tu obra en orden me da la impresión que tal vez podríamos
inventar una etiqueta mejor que literatura basura. Me parece significativo un diálogo
en Clarisa ya tiene un muerto, justo cuando el protagonista confiesa “le pregunté sólo por
morbo” (206). ¿Qué es ese morbo? ¿Será un término más exacto que basura, ya que esos
textos se van a reeditar algún día como obra completa?
GF: Es posible que el morbo—o la atracción hacia personas y acontecimientos
desagradables—sea parte de una literatura esperpéntica o hiperrealista. Yo tomé el
nombre basura del cineasta John Waters, quien creaba personajes totalmente alejados
de la ortodoxia. Excéntricos y desmesurados. Nada formales. Él lo llamaba cine basura,
como una forma de llamarle al cine popular, vulgar, y además enloquecido. Tomé ese
nombre porque en la época de la revista Moho, varios relatos de El día que la vea la voy a
matar se publicaron en sus páginas. Había en el aire de ese entonces un deseo
entusiasta de transgredir, de ser desmesurado, y sobre todo de renunciar al canon
literario; había que considerarse efímero, carente de valor para el futuro, auto
destructivo y anti-canónico. Por eso es que nombré a mis relatos literatura basura. Por
supuesto que el humor morboso está allí, lo morboso como una especie de curiosidad
malsana, un deseo de hurgar en la vida repugnante de algunos personajes. Ahora bien,
tal como lo explico pareciera que estoy recitando un manifiesto a la manera
vanguardista de principios del siglo XX, pero existía en los editores, artistas y
escritores de Moho la necesidad de mofarse y hacer escarnio de los seres humanos; y
de no detenerse en minucias o finuras del lenguaje. En consecuencia, preferíamos los
trazos gruesos, azarosos y muy disparatados a la hora de crear personajes o escenarios
urbanos. Reeditamos El día que la vea la voy a matar en Editorial Moho. Si soy honrado,
te diría que me satisface aún su contenido pero me siento alejado de los relatos.
Yolanda Martínez, mi mujer, coreógrafa y directora de la editorial, insistió en
publicarlos nuevamente después de veinte años. El pudor es importante en un escritor
que se respete. Reconocí mi humor en esas hojas e incluso cierto temperamento
fatalista y morboso, como bien señalas: un temperamento lúdico, turbio que todavía
me acompaña.
***
Continúa:







Por Daniel Cisneros*

1.-¿Cómo surge la novela Hotel DF?
R.-Yo creo que las obsesiones forman a las personas. Son su destino y determinan el estilo en la literatura. Sin embargo Hotel DF no describe la obsesión de un loco (como en mi pasada novela Malacara), sino mis experiencias viviendo un lustro en el centro histórico. Es el testimonio de un mirón. Ahora bien, yo creo que las novelas vienen de la nada, como la vida misma. 

2.-¿Qué podemos encontrar en su libro?
R.-Si tienen suerte encontrarán un espejo y una habitación. Los límites de la ciudad son imaginarios y es más sencillo describirlos en la ficción que en la realidad. En esta novela no hay moralejas, ni mensajes. Hay desasosiego, historias entrecruzadas, malicia y la habilidad propia del oficio. El lector no debe buscar nada, sino estar atento, de eso se trata todo el asunto, mantenerse alerta y no caer. Esta novela es como una larga pelea entre extraños, sin público ni límite de tiempo. 

3.-Usted nace en un hospital capitalino que se ha convertido en hotel. ¿De qué manera influye este hecho en su texto?
R.-En algo deben parecerse los hospitales a los hoteles. Vidas que van y vienen, sufrimiento, extraños caminando por los pasillos o gimiendo sobre las camas. Grito y silencio. Yo nací en un hospital de Calzada de Tlalpan que al pasar de los años se transformó en un hotel. No creo que el cambio haya costado mucho esfuerzo. Las enfermeras y las prostitutas se parecen. Ambas son unas santas y en determinado momento se vuelven madres, cómplices y tiranas.  

4.-¿Por qué elegir un hotel como escenario para una novela?
R.-Porque en los hoteles se concentra el mundo en su diversidad y en su hipocresía. Hay que dar los buenos días a los extraños y dormir en una cama ajena. Este hotel es una metáfora de una ciudad donde conviven extranjeros, delincuentes, periodistas, la santa muerte y personas comunes. Los vicios y las pasiones atraviesan las paredes a su antojo. Las voces de los vivos y de los muertos conversan en silencio. Yo qué sé. 

5.-El periodista cuarentón Frank, El Artista Henestrosa, se dice con el pesimismo que lo caracteriza: “Me veo como un hombre sin temas deseando regresar al vientre de mi madre”. ¿Cómo describiría a este personaje?
R.-Justo de esa manera. Un hombre mediocre que no hace daño a los demás. Un personaje medroso que teme a la vida e intenta mantenerse siempre en la periferia. Alguien que no busca el éxito, pero que aún mantiene viva su curiosidad. Un mestizo enamorado de las rubias. Alguien que fracasa antes de comenzar cualquier proyecto y que de vez en cuando tiene impulsos incontrolables. 

6.-¿Por qué El Artista Henestrosa decide utilizar sus únicos cinco mil pesos para irse a vivir al Hotel Isabel?
R.-Porque es la única manera en que los pobres pueden ser felices aunque sea un par de días, tentando a la suerte, despilfarrando lo que no tienen, retando a la sensatez económica. Todo eso es mejor que ahorrar como un ratón para seguir siendo pobre siempre. Un buen brandy, una comida opípara, el olor de los langostinos, tres días tirado en la cama sin hacer nada, todo eso significa para Henestrosa tener de pronto cinco o diez mil pesos. Y prefiere gastarlos así e imaginar que alguna vez tuvo una vida. Lo prefiere aunque después tenga que volver a sufrir. 

7.-¿Qué lleva a los delincuentes Boomerang Riaño, El Nairobi y La Señora; lo mismo que al actor Roberto Davison, al turista Stefan Wimer, al artista Gabriel Sandler y al Comandante Gaxiola a convivir en el Hotel Isabel?
R.-La promiscuidad y el azar. Como en una estación de autobuses, o un mercado, todos tienen una cita aún desde antes de haber nacido. Nadie tiene pruebas de que el tiempo corra en dirección pasado-futuro y puede suceder justamente lo contrario. Es en el futuro donde estas personas comienzan a trabar una relación. Tengo la idea de que todo nos sucederá de la misma manera, eternamente, (Nietzsche) y de que uno carece totalmente de libre albedrío: como payasos que llevan a cabo una misma representación. ¿Por qué se encuentran en un hotel del centro histórico el Nairobi y Stefan Wimer? Porque no podía ser de otra manera. Sé que mis palabras suenan arbitrarias y definitivas, pero tomé esta idea del no azar para darle fundamento a mi novela.

8.-El turista alemán Stefan Wimer piensa que el DF es horrendo y plagado de gente pobre, en donde él sólo busca cocaína barata y una mexicana para llevarse a su país. ¿Cómo es esto?
R.-Es una idea que le atrae porque en el fondo no es más que un romántico campesino que ama las flores y la desgracia. Ve en el DF un escenario propio para sus sueños. En realidad se inventa un DF a la altura de sus expectativas. Y el hecho de estar tan cerca de la muerte (representada por la Señora, Riaño y el Nairobi) lo mantiene en estado de gracia. Se salva de milagro.

9.-Llama la atención que un maleante como El Boomerang Riaño recite poemas de Salvador Díaz Mirón. ¿Cómo se explica este gusto?
R.-Porque Riaño es un periodista veracruzano que quiso ser poeta cuando era joven. Pero la ausencia de talento, la pobreza y las malas decisiones lo llevaron a donde está. A ser madrina, oreja de un maleante. Por lo demás, Diaz Mirón era bastante pendenciero y vehemente.

10.-¿De qué manera el Comandante Gaxiola representa la corrupción policiaca de México -al estar implicado con los negocios de Nairobi?
R.-Porque una buena parte de los mandos de la policía en México tienen ligas con la delincuencia organizada. Esto lo sabemos todos y no necesitamos ni de encuestas ni de estudios sociológicos ni de novelas para comprobarlo. El policía corrupto es una de las figuras más odiadas en cualquier sociedad que aspire a la justicia. Quizás es mi personaje más real y menos misterioso, aunque si los lectores se interesan por las tramas violentas aquí encontrarán una sin demasiado glamour ni sofisticación. El hecho cruel y arbitrario de un maleante uniformado.

11.-Los escritores muchas veces dejan colar elementos autobiográficos en sus obras. ¿En qué se parece El Artista Henestrosa a Guillermo Fadanelli?
R.-Henestrosa y yo compartimos cierta abulia ante las utopías de toda clase y los hombres de éxito nos hacen bostezar; además ambos somos despilfarradores. Rentamos un departamento, no tenemos hijos, y gastamos lo poco que tenemos en ir de un hotel a otro. Sin embargo, de mis novelas, Henestrosa es el personaje central que menos se parece a mí. Tomé los rasgos de un amigo que es periodista y de quien prefiero no dar su nombre, pues seguramente querrá cobrarme regalías. Es normal que los escritores pongamos en boca de nuestros personajes lo que pensamos, pero esto no es bueno porque cada personaje debe tener su propio pensamiento y un lenguaje propio para expresarlo. Creo que a fin de cuentas Henestrosa se volvió un ser en sí mismo y también un extraño para mí.  

12.-Al igual que en su novela, en el DF convergen borrachos, drogadictos, secuestradores, turistas, sicarios, narcotraficantes, tratantes de blancas, vendedores de piratería, ambulantes, traficantes de armas… Imaginemos: ¿Qué cree que surcaría por la mente de estas personas si leyeran su libro?
R.-Dudo mucho que lean mi libro. En México ni los escritores leen. Pero si se diera el caso creo que encontrarían un espejo de sí mismos y la oportunidad de una reflexión sobre sus actos. Y quizás hallarían una hermana perdida, o un padre que desapareció. Otros reaccionarían con violencia ante las descripciones. La crítica no es el fuerte del mexicano. Ante una crítica o una descripción honesta prefieren el silencio o el insulto abierto. No siempre es así, por supuesto, pero casi siempre.  

13.-Usted ha viajado por muchos países. ¿Qué distingue al DF de otras ciudades?
R.-El DF parece siempre a punto de derrumbarse y siempre se mantiene en pie. La sangre subterránea le da vida eterna. El desorden encuentra siempre alguna solución a medias Y es muy ruidosa, yo creo que es la ciudad más ruidosa de cuantas conozco. Todo el mundo tiene un grito en la punta de la lengua, una televisión a todo volumen, una alarma. También hay mucha vitalidad, aunque esta provenga de la conciencia de la muerte. Cada vez hay más desconfianza y desprecio por el resto de las personas. Sin embargo, existen algunos barrios, cantinas, personas, hoteles, comidas, mercados, mujeres de bellas y amplias sonrisas, cierto sentido del humor que salvan a esta ciudad de las manos de la rapiña y el desencanto. 

14.-¿Qué espera lograr con su libro?
R.-La indiferencia. Hundirme aún más que antes.

*El Financiero. 2010.




 
Entrevista a Guillermo Fadanelli

Por Ignacio Dávalos*

¿Cómo lees la vorágine de violencia que se ha soltado en el sexenio, con noticias diarias de que se detuvo a tal o cuál capo y la sangre se sigue vertiendo en todo el país?


R.-Es lamentable. La civilidad se encuentra parcialmente rota y la ausencia de instituciones  sólidas permite que buena parte del territorio esté convertido en tierra de nadie. En casos extremos, como el que vivimos, yo insistiría en que el único valor que puede defenderse a pesar de todas las consecuencias es el de la libertad individual. Y esto quiere decir: permitir que cada quien decida acerca de su propia vida sin que dañe la buena convivencia con sus vecinos. La prohibición de algunas sustancias promueve los mercados negros y estimula a los criminales. Es dinero que no paga impuestos y que, por tanto, no puede servir para resolver asuntos sociales mucho más importantes como el de la educación básica escolar, los seguros de desempleo o los sistemas de prevención de salud. La obesidad en las escuelas es también mental y se debe a que sobre la vida cotidiana de los mexicanos se ha impuesto una ética de mercaderes que no nos trata como ciudadanos, sino como consumidores. Qué muerte tan lenta y aburrida.   


La familia en este país se vende como toda una institución, como “la célula de la sociedad”. ¿Podrías ahondar en este concepto de la familia?
R.- ¿Quién dice eso? Una sociedad democrática requiere de individuos libres y conscientes que no atenten contra la buena convivencia, es todo. Lo demás me suena a retórica interesada. Que la familia sea un medio de transmisión de valores no quiere decir que sea el único medio o el más adecuado. A veces funciona, a veces es desastroso. ¿Cuántas familias son pequeñas zonas de guerra que tienen como saldo seres infelices e incapaces de vivir en comunidad? Ya me cansé de contar.


Siempre has sido un escritor que provoca, que es irreverente. No obstante, sobre todo en tus columnas de periódico, se nota un tono más reflexivo, que se acerca más a la filosofía. ¿A dónde va tu escritura ahora? ¿Notas un cambio de rumbo? ¿En qué género te sientes más cómodo?
Por un tiempo quise mudarme al ensayo, pero no termino de sentirme en casa. Creo que a la postre mi obra será una casa sin puertas y ventanas. Sentirme a disgusto me mantiene alerta. El vagabundeo se impone en mi escritura y nunca sé hacia qué clase de rumbos me encamino. La literatura aún me sorprende, aunque prefiero leer a escribir. En La caída, Albert Camus escribe que a cierta edad ya somos responsables de nuestro propio rostro. Ya no podemos fingir. Y es quizás una buena máxima para la literatura: escribe hasta que un día te sea imposible fingir.       

Hace unas semanas me tocó ofrecer un taller literario en una preparatoria. Un estudiante dijo que “Fadanelli se está volviendo viejo. Ya no hay tanta mugre ni sangre en lo que escribe”. ¿Qué le responderías?
A mí me agradan los jóvenes que nacieron viejos. Yo era un poco así. De modo que sólo estoy llegando al mismo lugar donde comencé. Mis golpes son más lentos pero tienen la misma antigua dirección. Uno es el mismo porque cambia y pese a esos cambios permanece. Cada vez que decepciono a alguien respiro aliviado: ¡un peso que me quito de encima! La sangre y la mugre no se van nunca hasta que desapareces y te conviertes en nada. Me alegra no parecer el mismo, así mis acreedores no vienen a cobrarme las cuentas. 


En tu última visita a Guadalajara, un profesor de educación física dijo que no está de acuerdo en “la cultura que fomentas, de violencia y sexo” ¿Te gusta el efecto que tiene tu literatura entre el público “conservador”?
Sí, recuerdo que era una persona amable que simplemente estaba en desacuerdo con algunas ideas que él mismo me adjudicaba. La cultura de violencia no la fomento yo, sino quienes tienen la posibilidad de mejorar su sociedad y no lo hacen. Yo soy un escritor que busca a través de su estilo encontrar alternativas a una realidad que no lo convence. No soy el enemigo. En todo caso, yo fomento la imaginación, la aceptación de la diferencia y la libertad de la voz individual. No he llenado arcas haciendo negocios oscuros, ni organizo monopolios, ni tampoco traiciono a la sociedad desde un cargo público. Soy sólo un escritor que opina y a quien nadie le hace el menor caso. Por cierto, regularmente los conservadores religiosos son los que menos leen y a quienes más les obsesiona el sexo: esa es una verdad de oro. Yo bostezo con esos temas.


¿Cuál es el último libro que leíste que te dejó reflexionando?
Sigo con El libro del desasosiego, de Fernando Pessoa. Y ahora recuerdo una frase: "Fui, no el actor, sino sólo sus gestos."


¿Los cinco escritores que llamaron tu atención el último año?
Estoy releyendo a Kafka, los cuentos completos de Saul Bellow, los relatos de Arthur Miller (en Ya no te necesito), la autobiografía de Anthony Burgess titulada Ya viviste lo tuyo. Un libro que pone a la India y al río Ganges en su lugar: Tigre blanco, de Aravind Abiga. Leo algo de filosofía, pero lo hago como un entrenamiento, soy un simple aficionado y no tomo notas, leo los ensayos filosóficos como si fueran novelas. También leí hace unos meses por primera vez El complot Mongol, de Rafael Bernal y Elsinore, de Salvador Elizondo. Fue todo un descubrimiento, a mi edad.   


¿Qué opinas del Premio Nobel que recibirá Mario Vargas Llosa?
Es un escritor real, no lo creó el mercado ni las malas lenguas. Yo, cuando joven, leí todos sus libros excepto los más recientes pues toda buena relación tiene que terminar. Los premios son un tema de conversación y polémica de sobre mesa, pero en esencia son ridículos pues exhiben a las personas como modelos, arrojan a los premiados desnudos al escenario entre gritos y aplausos. Lo mejor es el dinero que viene con los premios (para pagar la renta) y el hecho de que la obra de los escritores se difunda. Ahora, en Francia, le han dado el premio  Goncourt a Michel Houellebecq y con ello lo han ofendido. Pero estoy seguro que recibirá bien la ofensa.

*Público-Milenio, Guadalajara. 2010.


 
Entrevista a Guillermo Fadanelli

Por Rebeca Pérez Vega*

¿Qué te parece este ciclo de 'Diez novelas clave para entender el México contemporáneo', que organiza el MAZ?

R.-Que un museo proponga y divulgue la expresión de la novela es más que justo. Hermann Broch sugería que la única moral de la novela es el conocimiento y es inmoral aquella novela que no nos descubre la existencia de algo desconocido. De hecho, Kundera ha escrito también ensayos sobre la novela refiriéndose a ella como un arte. Yo no discutiría eso, pero me parece que ante tanta inmundicia propagada por los medios es saludable que los museos de arte moderno comiencen a relacionarse con la literatura y la filosofía. Después de la confusión que han creado los críticos de arte, es una buena señal. 


Durante el ciclo, los escritores que han sido invitados han hablado de la violencia y sobre cómo se han modificado los hábitos de escritura de los autores. Me gustaría saber cómo afecta este ambiente de violencia del País, en el ejercicio de la escritura? ¿Hay algún tipo de limitación? Quizá más inspiración, por tanta violencia alrededor…
R.-Este país se lleva encima como una joroba o una lápida: es un peso agobiante que necesariamente tiene que influir en la literatura. Incluso cuando escribes para crear realidades paralelas o alternativas eres lanzado a ellas por la gravedad de ese peso. Yo siempre he dicho lo mismo al respecto del Distrito Federal: una vez que se ha vivido allí mucho tiempo el viajar no significa una liberación, es una especie de ciudad-cadena que nos hace presas de un constante y profundo desasosiego. Yo creo, como lo pensaban Cioran, Canetti y demás, que la patria son los libros, la lengua en que te expresas, una que otra persona, e incluso los desconocidos que no van a hacerte daño. ¿Por qué tengo que aceptar como compatriota a un criminal, a un político corrupto, a un acumulador de bienes o a cualquiera que atente en contra de la buena convivencia? Ellos no forman parte de la patria o país que yo habito.


El título de tu conferencia es “Novela y Realidad”. Quisiera saber ¿qué tanto la realidad supera a la ficción en estos tiempos?
Ambas son parte de un movimiento que comienza con la experiencia y la sensibilidad humana. La ficción es como una realidad sin centro de gravedad y la realidad como la vida es un segundo sueño. Sin embargo, la crueldad de la realidad cotidiana supera por mucho cualquier violencia expresada en la novela, el arte es desterrado a un polo inhabitable y pierde sentido. Esto me recuerda a los filósofos europeos afirmando, desencantados, que después del holocausto judío la filosofía había perdido sentido. Desde Adorno hasta Lyotard no le encontraban sentido a una filosofía humanista que no había podido evitar genocidio semejante. Algo así sucede ahora en México, la violencia de la realidad vuelve, en apariencia, innecesario el arte.


¿Qué sensación te genera la violencia que, cada vez más, gana terreno en el País?
A veces trato de convencerme, en un acto de ingenuo escapismo, que esta época no me pertenece, y que sólo soy testigo de la testarudez y de la desgracia humana. Un testigo que escribe y sólo se involucra desde la literatura. Presumo tener una butaca inmejorable para presenciar el desequilibrio moral y económico tan propio de los tiempos presentes; sin embargo, por más que te escapes y desees ser sólo un espectador la violencia se transforma en una metástasis que cubrirá hasta el más pequeño de tus huesos. El exilio no estaría mal: un exilio moral o físico.


¿Qué opinas de la ‘guerra’ antinarco de Felipe Calderón?
A los criminales hay que perseguirlos y darles con todo, es el deber de los buenos gobernantes, evitarnos a esa escoria. No obstante las raíces de la "guerra" antinarco están equivocadas porque desconocen absolutamente las leyes no escritas de la realidad. Si despenalizas las drogas (muchas ya lo están, como el alcohol, el café o algunos programas de televisión) y respetas la libertad de los individuos entonces sí que tienes legitimidad para comenzar a pelear contra la criminalidad. Mientras no sea así esta "guerra" es un esfuerzo vano, costoso y exhibicionista. Una guerra en contra de la mala educación escolar, contra los especuladores, los monopolios y los funcionarios corruptos nos daría, a la larga, más bienestar que una lucha contra un mercado de narcóticos que no va a marcharse.    

*Periódico Mural, Guadalajara. 2010.



Entrevista a Guillermo Fadanelli
A propósito de ¿Te veré en el desayuno?
Por Vicente Gutiérrez*

1.- Tu novela pasó la prueba del tiempo a 10 años?
R.-Una novela real confirma su valor con el tiempo y a través de las distintas lecturas que se hacen de ella. Espero que sea el caso de ¿Te veré en el desayuno?, pero no me quita el sueño. La construcción de una voz literaria es un proceso extenuante y riesgoso. Y en lo personal ya no me preocupa tanto el futuro, sino el pasado. Estoy seguro de que eso me llevará algún día a la locura.

2.- Te interesa tener éxito con ella?? Qué nos puede revelar de ti, un escritor en potencia o en verdadero aprendiz?
R.-Me arrepiento, no debí reeditarla. A estas alturas el silencio es el camino más sensato (¿no estamos hartos de quienes desean darnos a toda costa su mensaje?) El éxito no me interesa: lo dejo para los idiotas. Y bueno, se es aprendiz en cualquier momento de la vida, conforme más escribes el lenguaje vuelve a rebasarte, a mostrarte su oscuridad intrínseca: hay que comenzar siempre de nuevo.  

3.- Para la reedición le cambiaste algo? A mí y a varios el final no nos agrada tanto. ¿Te importa?
No recuerdo el final, pues la escribí hace muchos años. Tengo vagas nociones acerca del contenido. Sin embargo, no concibo las novelas de esa manera: principio, trama, final. En mi opinión toda obra es un fragmento y si en cierto momento nos ilumina o abre una nueva puerta a la creación o al entendimiento, entonces la obra habrá cumplido uno de sus cometidos artísticos más precisos.

4.- Qué propone tu novela? Es importante o sólo desesperanza?
Si un escritor pudiera "proponer" algo con su novela quedaría reducido a un comerciante de símbolos predecibles. Es más interesante, en terrenos estéticos, que la obra sorprenda incluso a quien la escribe. La desesperanza es común en nuestra ciudad (en esta tierra el optimismo es una especie de burla macabra). La orfandad civil en la que vivimos hace del ciudadano un ser sin esperanzas. Algo muy distinto es el nihilismo o la abulia metafísica. En mi novela, según recuerdo, se combinan ambas cuestiones. 

5.- Ya viste la película de  ¿Te veré en el desayuno? De ser así, te gustó?. Bukowski no era muy feliz con sus adaptaciones???
Me gustó, pero la mejor novela es la que no puede llevarse al cine. Por lo general el director y ese enorme ejército que lo acompaña (fotógrafos, editores, actores...) toma la novela como estímulo para dar vida a una obra diferente. Yo vi la película como un espectador más y encontré grandes coincidencias con la novela. El director, Rodrigo Piza, es además un buen lector. En Santiago de Chile se estrenó una obra de teatro basada en Malacara, mi novela. Me habría gustado estar presente. Su adaptación me despierta una malsana curiosidad. 

6.-  Publicar en Almadía, una editorial pequeña qué te deja cuando ya te pelea Anagrama?
Es más noble trabajar en una empresa pequeña, aunque cuando se transforme en un emporio debemos intentar derribarla (lo que más daño le ha hecho a esta sociedad, además de sus políticos criminales, es la permanencia de sus monopolios). Almadía es un proyecto bastante generoso e inteligente. Así comenzó Anagrama, en donde leí a mis autores más queridos. Además Jorge Herralde es el editor que más admiro y respeto. Me sentí bastante halagado cuando me invitó a publicar en su editorial. Pese a su prestigio y a su numeroso catálogo, Anagrama continúa siendo una empresa modesta. 

7.- Y Moho,? Es un proyecto muerto? O esta más vivo que nunca?? Qué títulos habrán? Qué planes?
Sobrevive, para mi desgracia económica. En breve publicaremos un libro de Rubén Bonet (Jaikús maniacos) y otro de Jesús Pacheco (Un hombrecillo en mi cabeza). Tendrían que haberse publicado hace dos años, pero todo el dinero me lo gasto en la destrucción de mí mismo. Por lo tanto, Yolanda Martínez dirigirá la editorial y esporádicamente editaremos la revista. Salud para los enfermos, y virus para la gente sana, continúa siendo nuestra "consigna."

8.- Tu viaje a París, cómo te fue? Fue importante para México??? O sólo fuiste a pasear???
Justo acaba de publicarse en Random House Mondadori un ensayo que titulé Elogio de la vagancia. Así que el paseo es para mí una forma de conocimiento. Yo no me considero embajador ni representante de nadie: los haría quedar siempre mal, no tengo carácter de diplomático. A París he viajado varias veces, fue la primera ciudad que visité en Europa. El motivo principal de este viaje fue que se publicó Lodo al francés y tuve que hacer un poco de promoción. Necesito esos euros para pagar la renta. Y también fui invitado al Salón del Libro de París, bajo su propia responsabilidad. 

9.- Podemos  esperar algo importante de ti?
R.-Debería responderte que sí, para decepcionarte. Lo que más me motiva es que habrá muchas personas que se alegrarán con mi muerte.

10- Te ha importado en algún momento ser visto como Carlos Fuentes Recibír premios, medallas????
No, el homenaje a un escritor es una ofensa, una manera de hacer escarnio de su persona. Más cuando el homenaje lo hacen los ignorantes. Sin embargo que tus amigos te quieran y reconozcan es invaluable. La amistad es el valor que yo más aprecio.

11.- Cuando mueras….. Cuál será tu epitafio? (Qué pregunta tan más mamona, verdad) Contéstamela, tus fans serán felices:
No, al contrario, desde hace ya muchos años afirmo que mi tumba llevará el siguiente epitafio: "Se equivocó en todo."

Gracias Fadanelli...
 *El Economista. 2009.